A la puta morena Lucía le encanta ponerse rizada
En su trabajo como perra morena de recursos humanos, Lucía no tiene miedo de tomar decisiones difíciles, ya sea que se relacionen con despedir a personas, negarles ascensos o aumentos o incluso recortar el café gratis en la sala de descanso; en otras palabras, no solo lo es ella. No tiene miedo de ser un coño, lo acepta activa y calurosamente, pero hay un precio emocional que pagar; hay momentos en los que quiere ser castigada por ser un coño tan malo y por eso recurre a su amante morena, Isla, en busca de apoyo. Ella felizmente la disciplina y entrena para que pueda volver a ser un cabrón, renovada y emocionalmente restaurada.